Violencia de género, un problema que nos aqueja en los últimos años. ¿Realmente comprendemos este fenómeno?
“Todo acto de violencia sexista que tiene como resultado posible o real un daño físico, sexual o psíquico, incluidas las amenazas, la coerción o la privación arbitraria de libertad, ya sea que ocurra en la vida pública o en la privada”, es la definición de violencia de género más aceptada, propuesta por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en 1995.
Para que la violencia de género exista, se necesita mínimo de dos individuos: la víctima y el victimario.
El victimario apela a una serie de psicopatologías, como carácter agresivo, infancia marcada por violencia y falta de control de ira. Los modelos teóricos sobre la violencia de género plantean sus hipótesis en problemas de tipo individual; pero para entender la desigualdad de género no basta una definición, hace falta comprender que la violencia está conectada en la estructura social y psicológica, es decir, está implantada en el subconsciente de la sociedad.
En cuanto a la víctima, no hay un perfil determinado, pero sí factores de vulnerabilidad, como haber sufrido violencia desde temprana edad.
Antes de sacar conjeturas y señalar culpables seamos claros, porque desde hace décadas se señala a los hombres como el sexo fuerte y a las mujeres como el débil, y justamente estos estereotipos, que marcan desde el inicio cómo y quién debe de comportase de tal o cual manera, han llevado a la violencia de género, como un especie de círculo, la disputa eterna entre el poder de géneros.
Sí, el ejercicio del poder tiene dos efectos: el opresivo y el configurador. El primero utiliza la violencia para conseguir un fin y el segundo se redefine y es sometido.
Entonces, podríamos cuestionarnos si todos los hombres son victimarios y todas las mujeres víctimas; no obstante, la violencia de género, más que un problema individual, es una cuestión cultural, un proceso de socialización y educación.
La violencia de género está presente en todo lugar, como en la comunidad científica o académica, que aún excluyen teorías elaboradas bajo el movimiento del feminismo, siguen los paradigmas y la cultura tradicional legitimando el poderío de alguno de los dos géneros… Asimismo, la violencia contra homosexuales y lesbianas, pues aun con la apertura en la sociedad, el pensamiento conservador sigue en muchas áreas geográficas.
Así, la violencia de género es alcanzada por todos, hombres y mujeres heterosexuales u homosexuales y lesbianas, el problema no radica en quién genera más violencia, ni quién tiene el poderío, sino que en toda la sociedad, la violencia está instaurada de manera “normal”, sin percatarse de los parámetros que puede alcanzar.